Hace unos meses tuve la suerte de asistir a una charla de Francesco Tonucci, esa charla no me defraudó como ya pudistéis comprobar en una entrada anterior, de todo lo que dijo en la charla hubo algo que dejó su impronta de forma mas tardía y a lo que le he estado dando vueltas durante varios meses y que se ha relacionado con la posibilidad de instaurar el PIR, ese proceso copiado de la Medicina para conseguir revalorizar la profesión docente, al menos desde el punto de vista de la sociedad. Durante esa charla Tonucci habló sobre como en el colegio no había podido desarrollar todas sus potencialidades, especialmente el dibujo, y como había sido un alumno «normalito» al que la nota solo le llegaba para convertirse en maestro, al igual que otros grandes pedagogos italianos como Gianni Rodari, es decir, el mismo reconocía que en su paso por la escuela y el instituto sus notas habían sido normales, lo cual le permitía acceder a carreras de «menor prestigio» a lo que al final apostilló como aquí en España
La cuestión que me planteó es la siguiente si queriendo revalorizar la profesión docente seguimos el modelo finlandés, por el cual solo los «mejores» pueden dar clase, es decir, todos aquellos que han obtenido las mejores notas tanto en aspectos teóricos como prácticos y que solo unos pocos consiguen llegar a ese cupo, ¿eso nos asegura aquí en España que tengamos mejores docentes y que a su vez se les valore mas?. O quizás la cuestión debamos formularla al revés, como en la sociedad finlandesa se valora tanto la profesión de docente y se les respeta tanto, los «mejores» quieren dedicarse a esa profesión y se tuvo que implantar ese sistema para hacer un proceso de filtración.
Yo trabajo en una concertada y no he sufrido el proceso de selección de unas duras oposiciones, a las que me presenté, pero eso no quita que me ponga en la piel de muchos posibles futuros docentes y me cuestione que yo mismo, un alumno de BUP y COU normalito, con una nota en Selectividad de 6,22 y una nota de corte final de 6,47 hubiera podido acceder a una carrera que me permitiera acceder a mi vocación tardía e inesperada, y convertirme en educador, incluso aunque hubiera entrado no habría podido permitirse ni el Máster de Secundaria ni un proceso de prácticas tan largo.
La pregunta no solo la extiendo a mi mismo, sino a todos aquellos docentes que sigo y admiro: Jose Luis Castillo, Ana Basterra, Manuel Jesús Fernández, Nuria López, Aitor Lázpita, Camino López y un largo etcétera. ¿Cuántos de ellos serían docentes si se implantara el modelo del PIR? ¿Se habrían convertido en docentes Francesco Tonucci o Gianni Rodari si hubieran tenido que pasar todas esas pruebas?.
Todo esto no quita que sea necesario una mejora en la formación y acceso del profesorado tanto en la función pública como en la concertada, pero sigo preguntándome qué pruebas debería superar un educador/a para conseguir llegar a ejercer la profesión mas importante del mundo: ¿su expediente académico?, ¿su experiencia vital?.
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Creo que tengo la respuesta para eso Jose Luis:
En mi caso en concreto me está siendo muy complicado conseguir la beca de investigación para un doctorado que estoy haciendo y que está aceptado: resulta que la nota media que se mira es la de mi carrera, la cual terminé hace 3 años y que no es definitoria para mi tesis. Mi tesis la define mi Máster en TIC, no mi carrera en Bellas Artes. Los organismos que valoran las candidaturas de las becas no miran lo que tienes después de la carrera en la cual tengo media de notable, pero sí te exigen hacer un máster de investigación el cual no cuentan para conseguirla, en el cual tengo una nota media de 9,5.
Por otro lado, según la ley del 2010, al estar licenciada en una carrera de Humanidades no puedo dar clase de TIC en centros privados y concertados a pesar de ser experta en ello teniendo mi Máster en TIC, medio doctorado hecho y haber escrito en libros y revistas de investigación además de presentar resultados en congresos.. experiencia en docencia… irónicamente si me presento en la especialidad de informática en las oposiciones sí podría dar clase pero en un centro público… ahora no existen casi las oposiciones.
Bueno, es una realidad con la que vivimos. Afortunadamente siempre hay alguien que valora tu potencial, porque quieran o no, somos imparables, de una forma u otra, nuestra vocación la seguiremos ejerciendo y los que de verdad la tienen destacarán por su buen trabajo a pesar de todo. La pregunta es: ¿Quién valora nuestro potencial?
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Esa es una muy buena pregunta, pero ¿Cómo medir ese potencial? ¿Quién sería el encargado?
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Desgraciada o afortunadamente, según se mire, con 50 tacos, todo esto de másteres, PIR y soluciones parecidas me tocan más como padre que como profesional docente. Pero vayamos al meollo de la cuestión. Como dice José Luis yo tampoco hubiera sido docente, tuve una nota parecida en selectividad y no pensaba dedicarme a la docencia. Sin embargo, aquí me tenéis, disfrutando de mi profesión e intentando innovar y mejorar el aprendizaje de mi alumnado (y, parece que admirado por otr@s docentes, que es lo que más satisfacción da, aparte de ver progresar a mis alumn@s). Es difícil, pero sí es cierto que habría que establecer un PIR práctico, no teórico o que dependiera del expediente, sino de la vocación, del contacto con la realidad del aula.
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Esa es la cuestión basta simplemente la teoría que nos impusieron con métodos tradicionales para poder saber si somos buenos educadores del s. XXI
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Si alguna vez existe, que lo dudo con la «despolítica» educativa de este país, debería ser una continuidad del máster teórico actual y con unas prácticas guiadas por profesorado innovador y de prestigio que duraran al menos un curso.
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