Afirmaba José Luis Castillo en la comunidad FlippedEABE, que la parte fundamental de la Clase Invertida o Enseñanza Invertida, es invertir la evaluación. El mismo agregaba que para ello se tenían que cumplir tres pasos:
– Integrarla en el proceso y nunca, nunca, nunca colocarla al final.
– Dejar que el alumnado elija sus evidencias y no decidir nosotros cuáles son a priori. Y si no son correctas, se le orienta sobre ellas.
– Dejarles participar en la calificación, agregando los procesos que están en marcha pero aún no han finalizado y creando espacios y tiempos para que nos muestren lo que no hemos visto por nosotros mismos.
Como tantas veces pasa, es necesario que otra persona lo defina para darte cuenta que es un camino que estás siguiendo.
Mi uso de la clase invertida se ha basado en dos aspectos:
– he creado mi «libro de texto». Una wiki donde poco a poco voy creando y recopilando los contenidos que necesito para que no tomen apuntes.
– la creación de vídeos educativos que uso para recortar el tiempo de exposición en clase. Así consigo que en clase nos dediquemos a lo verdaderamente importante, fomentar y trabajar el aprendizaje cooperativo mediante estructuras simples y la realización de proyectos y tareas integradas.
Ese fue el inicio del proceso, pero ahora he profundizado y generado otros procesos invertidos. Entre ellos los alumnos participan en el proceso de evaluación mediante la autoevaluación y coevaluación de las tareas integradas.
Pero quizás, el cambio más importante ha sido invertir la evaluación durante los exámenes. Hay que señalar que mis exámenes (en la ESO) tienen ciertas variables, una de ellas es que pueden utilizar todos los apuntes y materiales que quieran. Otra variable es que las preguntas no son para memorizar, siempre son preguntas inferenciales, que les permitan aplicar lo trabajado en la tarea integrada y/o en las estructuras de aprendizaje cooperativo.
En 3º de ESO he incorporado la corrección mutua, que a su vez redunda en la calificación del alumnado que corrige y que les sirve como una segunda oportunidad. Es una estupenda forma de reflexionar sobre sus errores y les permite entender la dificultad del proceso de evaluación.
También he incorporado una pregunta de equipo. Cuando terminan su examen el grupo se une y contesta una pregunta, que tienen que realizar entre todos los miembros del equipo. Esto fomenta la cohesión del grupo y estimula el aprendizaje cooperativo.
En 2º de Bachillerato he seguido una trayectoria similar. Los alumnos se corrigen mutuamente, y eso redunda en la nota del alumno que corrige. Sin dudarlo ha sido un acierto, al igual que el hecho de que sean ellos los que decidan los contenidos del examen, dentro de unos criterios acordados entre los contenidos vistos y las exigencias de Selectividad: veinticinco conceptos de los que escojo doce para crear dos opciones de seis conceptos cada una, cuatro preguntas sobre mapas y/o gráficos de los que escojo dos opciones, y cuatro preguntas-tema de las que escojo dos opciones.
La elección no solo ha sido buena por los resultados, sino porqué les ha permitido aflojar la tensión que les suponían los exámenes.
Ya solo me queda dejar que el alumnado escoja sus propias evidencias. Es el camino que quiero seguir, caminar hacia una evaluación y un aprendizaje más personalizado.
photo credit: Cedim News via photopin cc
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Reblogueó esto en piedritas en el caminoy comentado:
Hola a todos!
La correspondencia entre flipped class y autoevaluación me parece tan lógica que me obliga a decir: ¡cómo no se me ocurrió!
Muchas gracias para el profesor José Luis Redondo Prieto, por su inventiva y generosidad
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