En una entrada anterior estuve desarrollando los principios de los que parto para utilizar el Aprendizaje Cooperativo en el aula de Ciencias Sociales.
Esos principios y el ensayo-error, me han permitido apuntar mejor hacia el desarrollo de aulas cooperativas. Concretando en la creación de nuevos documentos, que ampararan y reforzaran la cohesión del grupo y la interdependencia positiva.
Un cambio fundamental ha sido la creación del contrato de compromiso. Un contrato en el que se establecen los roles que cada uno de los integrantes del equipo tiene que desarrollar. Estos roles y sus funciones intentan asegurar, que los miembros se necesiten unos a otros para poder trabajar con éxito. A esto se le añade que he introducido cambios en la rúbrica de evaluación y en la autoevaluación/coevaluación del alumnado.
Esos cambios han consistido en introducir nuevas variables dentro del trabajo en equipo y que se pondere con más valor todo lo relacionado con la interacción promotora, es decir, todo lo que conlleve un mejor ambiente conjunto de trabajo. En segundo lugar, los cambios han conducido a discernir más lo que cada uno desempeña en el equipo (responsabilidad personal e individual), mediante un seguimiento más exhaustivo y con una planificación de seguimiento a mitad del desarrollo de las tareas integradas.
El cambio fundamental y que todavía no he conseguido implementar, es el desarrollo de habilidades sociales al servicio del trabajo en equipo. Es mi caballo de batalla, y es precisamente donde encuentro más dificultades, sobre todo por el ambiente competitivo e individualista en el que educamos en nuestra escuela y en nuestras familias. De modo que es muy común encontrar alumnado que no quiera trabajar en equipo y que prefieran trabajar solos, o peor aún, que no quieran trabajar con determinados/as alumnos/as por razones peregrinas: no me cae bien, es tonta/o, es el marginado de la clase o porque tenga NEE.
A pesar de estas dificultades, he incorporado un apartado de habilidades sociales en el contrato de compromiso. Ese apartado conlleva la realización de uno o varios compromisos en pos de conseguirlo, y que lógicamente se evalúan tanto en su auto/coevaluación como en la rúbrica de la tarea o proyecto.
Mi gran descubrimiento ha sido la ludificación al servicio del aprendizaje cooperativo. Desde que comencé tenía claro que no podían tener un carácter antagónico, así que el desarrollo de las cartas, dinero y el propio proceso ludificado, conducía a que solo puedes avanzar con la ayuda del compañero/a. Esto se esta demostrando ahora. Cuando una importante cifra de alumnos/as, están cediendo o regalando sus cartas/dinero para que sus compañeros/as puedan acceder a niveles más altos, lo que conlleva mayores privilegios: no hacer el cuestionario y obtener la máxima nota, decidir todos los integrantes de tu equipo o eliminar la peor nota que hayas tenido en el curso. Estas cesiones no se hacen de forma gratuita, se hacen para intentar ayudar a sus compañeros más cercanos, pero están creando un ambiente muy positivo en la clase y no se ha reforzado el aspecto competitivo del proceso.
El último cambio ha ido acompañado de un mayor seguimiento del día a día de la clase. Eso ha permitido desarrollar un mayor feedback al alumnado, no solo de su progreso académico, sino que ha permitido un mayor conocimiento mutuo y un establecimiento de sinergias emocionales, desarrolladas mediante estructuras simples de Aprendizaje cooperativo. Por ejemplo, les sorprendió mucho cuando en mitad de una unidad didáctica desarrollamos una estructura en la que les pregunté por lo mejor y lo peor de sus padres.
En el camino seguimos, pero sin duda es apasionante a donde nos conduce.
Hola José Luis, navegando por el mar de internet he llegado a tu página y me he quedado a explorar tu paisaje y a descubrir tus experiencias y reflexiones entorno al juego y la gamificación. ¿qué sorpresa más agradable encontrarme citada en tus páginas! Te agradezco el honor y aunque no sé si soy una experta, si te puedo decir que me mueve mi convencimiento en el poder del juego; del juego en mayúsculas,entendido como actitud lúdica delante de la vida ¡puro apetito de vivir! Como tu, estoy convencida que el juego es emoción y que sin emoción no hay aprendizaje, ni vinculación. Espero seguir leyéndote (ya me he subscrito al blog!!) y seguir en contacto compartiendo experiencias y reflexiones. Un abrazo,
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Hola José Luis, navegando por el mar de internet he llegado a tu página y me he quedado a explorar tu paisaje y a descubrir tus experiencias y reflexiones entorno al juego y la gamificación. ¿qué sorpresa más agradable encontrarme citada en tus páginas! Te agradezco el honor y aunque no sé si soy una experta, si te puedo decir que me mueve mi convencimiento en el poder del juego; del juego en mayúsculas,entendido como actitud lúdica delante de la vida ¡puro apetito de vivir! Como tu, estoy convencida que el juego es emoción y que sin emoción no hay aprendizaje, ni vinculación. Espero seguir leyéndote (ya me he subscrito al blog!!) y seguir en contacto compartiendo experiencias y reflexiones. Un abrazo,
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Hola Inma,
Es un placer que te pases por mi blog. Estoy totalmente de acuerdo contigo el juego en todas sus variantes es pura emoción y sentimiento. Considero que eres una experta porque vives con pasión el juego y tienes un propósito en torno a el. Espero que nos podamos conocer alguna vez y poder charlar un rato sobre el poder del juego.
Un abrazo.
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