Cada vez estoy más de acuerdo con mi compañera Ángela Muñoz. Si queremos cambiar la Educación tenemos que poner en el centro al alumnado, y ese centro debe estar dirigido al tipo de persona que queremos ayudar a crear, que no modelar.
Para poder lograrlo debemos partir de una premisa fundamental: ¿qué tipo de personas queremos que sean con nuestra ayuda?. Es ahí donde se plantea mi dilema actual. ¿Yo educo para ser o educo para hacer?. Está claro que quiero que mi alumnado sea competente, emocionalmente estable, comprometido, compasivo, consciente, pero realmente cuadra esto con mi práctica educativa. ¿O esa, mi supuesta prioridad, no la abandono sin titubear cuando nos entra la prisa del currículum, del temario o del proyecto que queremos terminar?. O si incidimos aún más, ¿puedo exigir a mi alumnado determinadas respuestas emocionales, si ni siquiera yo como docente y adulto se gestionar correctamente mis emociones?.
Sea así o no, durante este trimestre me he centrado mucho en el trabajo emocional y de cohesión de mis grupos. Ya el inicio del curso comenzó con la presentación del profesor como persona, como docente y como padre, pero a ello le añadí una estructura de Aprendizaje cooperativo. Está estructura me la recomendaron Bloggeando y Berta Martínez, se llama «La maleta», y yo fui el primero en realizarla. Acudí a mis clases con mi maleta y le enseñé a mi alumnado tres objetos de especial relevancia para mi. Posteriormente serían ellos los que me traerían sus objetos, cosa que nos sirvió para conocernos
Durante las siguientes semanas estuvimos analizando como funcionan los grupos y los equipos. Comprobamos como nuestras expectativas y las de los demás influyen en nosotros mismos, con la dinámica de las bolas de ping-pong. Una dinámica sencilla en la que se escogen dos voluntarios que tienen que colar las bolas en una cesta, pero tienen que estar vendados. La particularidad es que a uno se le anima, se le alienta y se le corrige, mientras que al otro se le abuchea y desanima. Funciona, ahí se dan cuenta de la importancia de los demás y de nuestra autoimagen.
Trabajamos dinámicas de cohesión y de silencio, además de estructura de aprendizaje cooperativo simples, pero llenas de sentido como el Evalúa a tus padres. Estructura que me hizo comprender las graves carencias afectivas de parte de mi alumnado, así como ellos demuestran con sinceridad, que algunos no los escuchan, que algunos no están porqué se han ido y que otros no quieren estar con sus hijos. Sin dudarlo fueron momentos muy emotivos, especialmente cuando hicimos la reflexión conjunta de ¿Conoces los sueños de tus padres?. Muchos no los conocían, y yo les dije que se lo preguntaran, porque probablemente nunca se los contarían, y hacerlo les ayudaría a comprender a sus padres.
A esa estructura le añadí Evalúate como hijo/a. Estructura que sirvió para comprobar como se comportan ellos con sus padres, como no siempre responden bien, ni siquiera educadamente, o como exigen sin medida, e incluso algunos se dieron cuenta que sus padres eran así con ellos porqué no habían tenido padre.
En el último mes hemos trabajado una actividad de Barbara Fredriksson. En ella reflexionamos sobre que cosas buenas nos pasan en nuestras vidas, y tenemos que apuntarlas día a día.
El día que la lancé todos me decían que en un sólo día no te podían pasar tres cosas buenas, y menos en un día de escuela. La reflexión posterior fue muy jugosa, ya que hablamos de todo lo que tenemos: agua caliente, ducha, cama, vivienda. Cuando reflexionamos y nos dimos cuenta de todas las cosas buenas que tenemos en nuestro día a día, nos hacemos conscientes de la suerte que tenemos. Esta actividad voluntaria va a terminar en breve y yo también la he seguido. Creo que el realizarla y preguntar de vez en cuando por las cosas buenas que nos pasan en nuestra vida, e incluso como aquello que suponemos malo, pero que nos enseña a mejorar, puede incluirse dentro nos está haciendo crecer a todos.
De todo lo anterior lo más curioso fueron las respuestas iniciales de mi alumnado. José Luis, ¿qué tiene que ver esto con la Geografía?; por hablar de mis emociones, me pones nota; de verdad vamos a hablar de esto en clase.. Mis respuestas fueron claras, es mucho más importante ser personas que trabajar los ríos, las capitales o cualquier otro contenido.
Solo puedo decir que estoy aprendiendo mucho y que la cohesión ha crecido mucho en mis clases. Funcione o no funcione, sigo pensando que la verdadera educación transita por este camino.
Quizás la respuesta, la tenga el profesor Kanamori cuando afirma:
Deja que la gente viva en tu corazón. Cabe tanta gente como quieras.
Espectacular entrada. Gracias por compartir y abrir una nueva ventana a nuestra práctica educativa
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Espectacular entrada. Gracias por abrir ventanas a nuestra práctica educativa
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Muchas gracias por tomarte la molestia de leer la entrada y comentarla. Como siempre un placer compartir.
Un abrazo.
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«¿Yo educo para ser o educo para hacer?». Esa frase resume todo. En el momento en que vivimos, AHORA, la educación -con pesar para aquellos que pensamos diferente- está dirigida exclusivamente al ámbito curricular, sumergida en la cultura error-terror. Es magnífico que haya docentes como tú que integren lo curricular con aquellas competencias que también nos implican como personas (todo el sistema emocional, su gestión, respuestas…). Es alentador leer cómo esto – aunque muy poco a poco- se va extendiendo y va adquiriendo mayor relevancia. Espero que sigas así por mucho tiempo, que»tus niños» aparte de aprender a hacer aprendan, sobre todo, a ser.
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Gracias Sara. Es un honor que te pases por mi blog y estoy de acuerdo contigo. Hay esperanza cada vez hay más docentes que se preocupan por desarrollar más la persona que el currículum. Yo, por desgracia, sigo siendo aprendiz y novato, pero con muchas ganas de aprender como llevarlo a mi práctica educativa.
Un abrazo.
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Reblogueó esto en sincotecnologia.
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Reblogueó esto en tuxtepecanay comentado:
Educación para la vida y desde el corazón, necesaria para nuestro bienestar y mejorar nuestro entorno.
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