En cualquier profesión existen expertos/as, personas:
- que tienen un prestigio reconocido, que no siempre merecido.
- con una carrera profesional digna y trabajada, aunque algunos puede que la hayan hecho a costa de otros/as.
- con evidencias de su trabajo: reconocimiento de otros expertos, premios, personas/alumnado que han trabajado/estudiado con ellos.
Es por ello, que no me dejo de sorprender por las feroces críticas que conlleva la palabra experto en Educación. Críticas que yo mismo he vertido ante este crecimiento exacerbado de gurús educativos.
¿Por qué los propios docentes no admitimos la existencia de personas con un conocimiento y práctica extensos, demostrados y con una trayectoria profesional que les avale?. ¿Nos puede nuestro desmedido ego, y copiamos los temidos clichés, que tantas veces hemos escuchado, cuando nosotros mismos hemos sido fruto de esas críticas ante nuestro cambio hacia otros modelos, estrategias o enfoques educativos (ABP, Cooperativo…)?.
Mientras, que en otras familias profesionales (sanitarios, médicos, cocina, recursos humanos ..) entienden y promueven la existencia de expertos. Nosotros criticamos la existencia de expertos como César Bona, Boris Mir, Raúl Santiago..
Sin embargo, Hargreaves y Fullan en su libro Capital profesional, opinan que para promover un mejor ejercicio de la profesión docente se deben desarrollar tres tipos de capital:
- El humano, constituido por los talentos individuales.
- El social, formado gracias al poder colaborativo de los grupos.
- El de decisión, formado por un cuerpo de docentes cuya sabiduría y experiencia generada a lo largo de los años, les permite orientar a otros docentes.
Cuando estos mismos autores, defienden que la mejor etapa profesional de un docente se corresponde al periodo conformado entre el octavo y el vigésimosegundo año de carrera docente. Es comprensible que apoyen la ampliación de las perspectivas profesionales de los docentes a partir de ese vigésimosegundo año, y entre otras vías: poder asesorar a otros docentes, apoyarlos en clase, servir como modelos para futuros docentes..
Podemos ser críticos con los expertos, cosa que NO ME CONSIDERO, pero no puedo negar que me gusta que reconozcan nuestra labor, sea mediante la participación en cursos, conferencias, o mediante la concesión de premios, escribir libros. Lógicamente con el beneficio correspondiente, beneficio que nadie quiere negar, por ejemplo cuando permitimos que en nuestros vídeos o blogs aparezca publicidad.
Estoy convencido de que no es oro todo lo que reluce. Lo que si puedo asegurar es que personas como César Bona, Montserrat del Pozo, Carmen Pellicer, Boris Mir, Fernando Trujillo, Raúl Santiago y muchos más, son expertos educativos y merecen todo mi respeto como profesionales, cosa que no espero que otros compartan.
Sería ideal que estas críticas se vertieran hacia otro tipo de docentes «expertos», por ejemplo, los que accedieron a un CEP o Centro de Formación del Profesorado y todavía se mantienen en el tras años de estar alejados de un centro educativo, o aquellos que han buscado otros privilegios como la carrera política o sindical.
Totalmente de acuerdo, se puede decir más alto pero no más claro…
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Muchas gracias por pasarte por mi blog.
Un saludo
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Reblogueó esto en Anna Forés Miravalles.
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Tras mis 30 años de profesión infinidad de leyes en educación de mis cajones, a la trituradora, decenas de metodologías probadas, cursos de desformación, etc… no puedo estar más de acuerdo!!
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Muchas gracias por tus comentarios.
Un abrazo.
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Hola José Luis. Encantado de leerte, como siempre.
Estoy de acuerdo en que nos hacen falta las expertas y los expertos educativos, pero también constato que hay un riesgo de privatizar la educación a través de los fondos y las fundaciones que seleccionan a quiénes, cómo, cuándo, para qué… Quizá el mercado esté ocupando un espacio que hasta hace muy poco correspondía a las redes profesionales, como los MRP, Portal Innova, Espiral, Internet en el Aula, EABE, Aulablog, Novadors, etc. ¿Por qué no se dedican a financiar sin contrapartidas a estos organismos autónomos?
Sería estupendo que creásemos una bolsa de inversiones para formación del profesorado y una comisión de incorruptibles en el INTEF o en un nuevo Consejo Federal de Educación.
Aprovecho para salir en defensa de la educación pública y su amplio espectro de necesidades: necesitamos asesores de formación, que ayuden a organizar los planes de Formación en Centros; necesitamos compañeras y compañeros comprometidos en la política educativa, para que no nos cuelen a personas que tienen un interés lateral por la educación, como responsables de una cierta ley de cuyo nombre no quiero acordarme. Participo en Podemos Educación; por eso y por lo que dices, exijo responsabilidad y coherencia para cambiar nuestro modelo educativo.
Un abrazo.
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Hola Joaquín,
Efectivamente hay muchas empresas que se están preocupando de colmar esa formación. Sin embargo no estoy de acuerdo en que deberían financiarse a esos organismos autónomos, eso provocaría que dejaran de ser autónomos e independientes y creo que eso es un valor añadido.
Además no todas las organizaciones que nombras están libres de subvención, y en muchos casos esas empresas privadas de formación del profesorado se han encargado de fichar a docentes destacados.
Ahora si, lo que no puedo negar es que sería más que deseable el hecho de crear esa bolsa para formación o el nuevo Consejo Federal, cuantas más figuras u organismos, autónomas e independientes del poder político y económico mejor.
Un saludo y un abrazo.
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Reblogueó esto en Neurodiversosy comentado:
Es una realidad que cada uno somos los que tenemos que dignificarnos, pero si contamos con modelos e impulsores con los que identificarnos , que saben exponer lo que piensas y lo que haces mejor que tú mismo, a esos hay que apoyarles. Hay que ser corporativista
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