Los Maestros del No provocó un cierto revuelo en la red. Jordi Martí, uno de los docentes a los que hacía referencia el post, aunque no el único, publicó un post en el que afirmaba que le había llamado negacionista y alejado de la realidad. Nada mas lejos de mi intención, en realidad quería destacar el excesivo celo con el que critica a los demás docentes y el laxo criterio, en lo que les concierne a ellos mismos. Y he de reconocer que son necesarias personas así, son el tábano de Sócrates y nos ayudan a estar alerta.
Ahora me voy a centrar en una autocrítica. Me considero un Maestro del Si, me gusta mas construir que destruir. Soy una persona que me gusta sumar personas, capacidades, y no restar. Eso no me libra de cometer errores, ni ser perfecto.
A los Maestros del Si nos entusiasma todo lo nuevo. La innovación educativa llena nuestros perfiles de Twitter, webs y publicaciones; y ¿cuánto de todo eso tiene realmente fundamento pedagógico y evidencia científica?. Por ejemplo, ¿cómo es que todavía se escucha a docentes hablar de Inteligencias Múltiples o estilos de aprendizaje? Teorías educativas, que ya se ha demostrado que no tienen ningún fundamento.¿Es realmente innovación educativa el Aprendizaje basado en Proyectos o el Aprendizaje Cooperativo?. Metodologías que se crearon hace un siglo como el ABP, o el Aprendizaje Cooperativo, que se lleva estudiando y poniendo en práctica desde los años 70 del siglo pasado.
La apuesta por la innovación provoca que hasta el propio Ministerio de Educación caiga en determinados bulos científicos, o que vayan extendiendo programas inspirados en supuestas ventajas neurológicas como el programa HERAT, o como es conocido en el resto del mundo: Brain Gym.
La innovación es un concepto que puede enmascarar otros aspectos, como la compra de tecnologías. ¿O acaso no todos conocemos el enorme interés que despierta la palabra innovación a grandes empresas como Telefónica? Si, esa gran empresa, para la que yo mismo he trabajado. ¿O es que no queremos ver que cada vez existen más ferias y congresos como SIMO, un enorme escaparate de empresas tecnológicas que desean fidelizar a sus futuros clientes desde pequeños?. O los programas de scouting, credos por empresas para captar a jóvenes talentos desde sus inicios escolares, por ejemplo, el programa Talent de Endesa.
Nos gusta exportar ideas de otros sectores, algo que puede tener aspectos positivos, como el trabajo de las emociones en el aula. Y que puede conllevar centrar nuestro trabajo, en las supuestas competencias profesionales que van a pedirles las empresas, algo que es mas que discutible. Yo mismo he trabajado durante años tareas y proyectos, que guardan relación con el emprendimiento, o con la creación de un curriculum vitae. ¿Es lógica esta injerencia del mundo laboral en la Escuela?.
¿Es lógico que una norma como la ISO, se exporte del mundo de la fábrica a la Educación?. ¿Se puede equiparar la fabricación de coches a educar a un chaval y conseguir que obtenga la ESO?. Parece evidente, y sin embargo, muchos centros se rigen con sistemas de calidad inspirados en la normativa ISO.
¿Tiene sentido que el mundo de la alta cocina sea uno de nuestros modelos? Un modelo elitista, de explotación laboral de becarios, que se ha transformado en la panacea educativa.
La autocomplacencia es mi gran defecto. Creemos que somos mejores docentes que los demás, solo por incorporar metodologías activas, modelos alternativos u otro tipo de estrategias. No lo soy.
Hace unos años me consideraba la repera, y alababa a docentes que como yo, trabajaban por proyectos, o con el modelo flipped o la gamificación. Me gustaba, porque implicaba que no estaba solo, pero ¿cuál es la repercusión real de mis prácticas en el aula?. La mayoría somos francotiradores educativos, y por mucho que nos retuiteen nuestras entradas, somos una minoría en las aulas. Lo que no implica que debamos abandonar estas prácticas, sino que seamos mas autocríticos con nuestras prácticas.
Tenemos mucha prisa y poca reflexión. Como docentes nos hemos enfrascado en mil cosas: trabajo por proyectos, gamificación, flipped, mindfulness. ¿Cuál es el grado de profundización real en estos modelos, teorías o metodologías?. ¿Por qué esas prisas en hacerlo todo?. Compruebo que hay mucho éxito aparente y poca exposición del fracaso. No hay errores, no hay marchas atrás. ¿De verdad todo lo que publicamos sale tan bien?. Yo mismo lo reconozco: mi primer proyecto de gamificación fue un desastre, al igual que los inicios con el modelo flipped. O las múltiples veces, que tuve que cambiar y adaptar los proyectos. Sencillamente, no funcionaban, y tuve que reconocer ante mi alumnado, que me había equivocado.
Esta es una reflexión en voz alta, que no pretende equiparar a todos los docentes. Busca llamar la atención sobre mi visión del panorama educativo actual.
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