Cuando uno lleva unos cuantos años trabajando como maestro empieza a notar que lo que había funcionado contigo no funciona con nuestros actuales alumnos. Yo todavía recuerdo las elaboradas charlas magistrales de algunos de mis profesores, digo algunos porque en todas las épocas ha habido malos educadores. Esas charlas magistrales podían conseguir que te imaginaras luchando en la Edad Media o entender la estructura del ADN, eran buenos profesores y me marcaron, al igual que lo hicieron los malos profesores, esos cuyas largas peroratas hacían que uno deseara que se abriera un agujero en la tierra y se los tragara o a ellos o a mi mismo.
De ambos tipos fue de los que yo mas obtuve en estos primeros años, de los buenos deduje que si sientes pasión por lo que haces, esta pasión se puede contagiar, de los malos aprendí todo lo que no se debía hacer, o al menos eso creía yo, ya que en mis primeros años después de ese CAP que no me enseñó nada, recuperé lo que yo conocía la charla magistral, el vosotros sentados escuchando mi clase «interesantísima» y yo orgulloso por lo mucho y bien que había enseñado, todo ello bien pegadito al libro de texto, nuestro gran salvador y adalid de la lucha de la enseñanza tradicional.
Hete aquí que ese pequeño revolucionario que llevamos dentro no se contenta con las primeras impresiones y descubre que a los dos días del examen ya no recuerdan nada de lo que tu les habías enseñado. Tampoco te sirven las frases típicas de los maestros «Antes unos años los alumnos eran mejores», «Había mas respeto por el profesor». No te ayuda refugiarte en los supuestos privilegios de nuestra profesión tales como vacaciones, horario, sueldo; y ni mucho menos aceptas lo que algunos con cierta sorna siempre vienen a comentar sobre nuestra escasa carga laboral.
Mi respuesta a todo ello fue la investigación. Intentar descubrir otras vías por las que la Educación pueda circular y la respuesta no se hizo esperar, descubrí que algunos educadores trabajaban por proyectos, especialmente los maestros/as de Infantil.
Esta metodología promueve un proceso de enseñanza-aprendizaje centrado en el alumno, basado en la realidad, el trabajo en equipo, el uso de la imaginación y la creatividad, palabras todas ellas que yo creía que no se encontraban dentro de la actual escuela. Así fue como descubrí tres de mis puntales en mi actual proceso de cambio a una metodología de enseñanza basada en problemas.
El primero de todos ellos fue iCOBAE, para explicar lo que son nada mejor que sus propias palabras «La finalidad del proyecto iCOBAE es ayudar al profesorado en la incorporación de las competencias básicas en el currículo y en la práctica docente. La lectura, la reflexión compartida, el análisis de la práctica profesional y el diseño de secuencias didácticas son los mecanismos para la incorporación de las competencias a nuestra cultura de enseñanza: así el proyecto iCOBAE se define como un proceso de capacitación del profesorado más que de una simple “formación”.» Este primer contacto me permitió familiarizarme con esta metodología, además me dieron la clave para organizar las secuencias didáctica en función de los criterios de evaluación aportados por el Decreto de Enseñanzas Mínimas.
El primer contacto hizo que empezara a descubrir a las personas implicadas o relacionadas con iCOBAE, por ejemplo Fernando Trujillo (@ftsaez), Miguel Ariza (@maarizaperez), o Diego Ojeda (@interele), descubrí de igual modo proyectos relacionados como la Semana de los Proyectos, una iniciativa muy interesante que sirve para intentar que los docentes tomen contacto con el trabajo por proyectos, mediante la instauración de una semana en la que un centro se compromete a trabajar siguiendo esa metodología.
El último puntal y gran descubrimiento ha sido Proyéctate, un ning en el que participan educadores que trabajan por proyecto y que te ayudan en todas tus dudas. Para mi ha supuesto un antes y un después, en primer lugar porque cuenta con educadores de la talla de Jose Luis Castillo (@jlcastillo), Manuel Jesús Fernández (@manueljesusF), Jose María Ruiz (@jmruiz) o Aitor Lázpita (@alazpita), todos ellos gente con un amplio bagaje en esta metodología. El segundo motivo es que gracias a un evento organizado a través de ellos pude conocerlos a algunos en persona y os puedo asegurar que son como los buenos grupos de música, es decir, son mejores en directo. El último motivo es que su entusiasmo se contagia y siempre están dispuestos a echarte una mano.
Para despedirme os quiero advertir. Hace unas semanas me hicieron una pregunta ¿Entonces volverás al libro de texto? mi respuesta fue «Ya no hay vuelta atrás». Cuidado cuando empiezas a trabajar de esta manera (yo todavía no lo hago bien) engancha.
Crédito: http://www.flickr.com/photos/22326055@N06/5303189762/
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